El más famoso de todos los instrumentistas que ha habido en la Historia es el violinista y compositor italiano Niccolò Paganini. Su figura oscura y siniestra, su rostro enjuto, pálido, de nariz afilada y ojos profundos, sus enormes manos sarmentosas, unido todo ello a un virtuosismo desconocido hasta entonces, hicieron que su vida se viera rodeada de leyendas diabólicas. Se decía que era hijo de una bruja auténtica y que había hecho un pacto con el Diablo. Su propio apellido significa “pequeño pagano”, y cuando le llegó su hora se negó a que lo enterraran en suelo sagrado bajo el signo de la cruz.
Si Paganini es el rey de los violinistas y el violín está considerado el rey de los instrumentos, su violín favorito, Il Cannone, es sin duda el rey de los violines. Una historia no confirmada nos dice que Paganini murió con él entre sus brazos, aferrándolo en su último lecho como si se tratara de una mujer amada. Hoy El Cañón –que es lo que significa Il Cannone en italiano– se exhibe en el Palazzo Tursi, sede del Ayuntamiento de Génova, ciudad natal de su dueño. Resulta sorprendente para muchos que no se trate de un Stradivarius, a pesar de que Paganini poseyó hasta siete de los instrumentos fabricados por Antonio Stradivari, sino de un violín construido en 1743 por su principal competidor: Bartolomeo Giuseppe Guarneri, apodado Del Gesù (De Jesús), vecino de Stradivari en Cremona.
La leyenda de Il Cannone incluye el asesinato de una joven y bella mujer. Se decía que, después de haberla hecho su amante, Paganini la había matado para encerrar su hermosísima voz dentro de Il Cannone. Otra historia sin confirmar cuenta que Paganini tuvo que empeñarlo en cierta ocasión, pero que lo recuperó cuando el dueño de la casa de empeños le escuchó tocarlo y decidió devolvérselo movido, quizá, por un supuesto influjo diabólico.
Esas leyendas diabólicas rodearon la figura de Paganini y contribuyeron a crear el mito. Y no faltó quien llegó a asegurar que había visto con sus propios ojos al mismísimo Príncipe de las Tinieblas detrás de Paganini, entre las sombras, durante una representación, moviendo el arco del violín y guiando su mano sobre las cuerdas. El bisnieto de Paganini, que se llama John David Paganini y que nació en Nueva York, cita en su página web estas leyendas acerca del pacto con el Diablo de su bisabuelo. “Su interpretación de los pasajes más delicados –explica– era tan hermosa que sus audiencias rompían a llorar y, al mismo tiempo, era capaz de tocar con tanta fuerza y tanta velocidad que un espectador de Viena, medio enloquecido, declaró que algunos días había visto cómo el Demonio ayudaba al violinista.”